CIENCIA,
TEBEOS Y VACACIONES
Mi editor me ha encargado a mi, el intrépido reportero Tintín, que haga un reportaje sobre cómo disfrutar de la ciencia a través de los tebeos y también durante las vacaciones. Las únicas indicaciones es que no puede haber sugerencias muy publicitadas ni multitudinarias. Lo intentaremos, pero yo he añadido de mi cosecha que tenga dosis de aventura y diversión.
Los
tebeos (sobre
mis andanzas y las de otros colegas) pueden ser una divertida y
motivadora
fuente de información en una gran variedad de temas. Sin duda sabemos
más sobre
las campañas de Julio César gracias a los tebeos de Astérix que a la
"La
guerra de las Galias". A través de los tebeos hemos realizado viajes a
diferentes países reales e imaginarios, conocido civilizaciones
desaparecidas, dado
paseos por el espacio u organizado expediciones por los laberintos de
las
pirámides.
En el caso de mis aventuras, podemos también apreciar el valor de los tebeos para adentrarse en las ciencias. Fijaros en la viñeta adjunta de mi excitante "Aterrizaje en la Luna". Obviamente, este famoso tebeo no es un tratado formal de física, pero hay que reconocer que presenta la tercera ley de Newton con mucha claridad y de un modo muy divertido.
Mientras la ciencia fue más o menos intuitiva – hasta principios del siglo XX, más o menos - no parecía tan necesario el humor para entenderla. Pero desde el desarrollo de la teoría de la relatividad, la mecánica cuántica, la teoría de la evolución, el ADN o el software de los computadores, hay que tener buen humor para explicar y lograr entender algunos intrincados conceptos, normalmente lejos del sentido común. Creo que principalmente debido a ello algunos científicos y divulgadores de la ciencia cada vez utilizan más el humor para hacerse entender. Es un buen medio para conseguirlo. O si no podemos encontrarnos con aquella familia donde el hijo pregunta al padre: “¿Qué está más lejos, la Luna o París?” y el padre contesta: “Pero burro, ¿tu ves París desde aquí?”.
Fomentar
la curiosidad científica de forma divertida sin perder el rigor
necesario, he ahí la cuestión. Hacer
nuestros “hábitos científicos” de la misma forma que tenemos hábitos
constructivos de lectura y de matemáticas. Este tema ha abierto un
debate que
recoge, por ejemplo, la Web de la Real
Sociedad Española de Física. ¿Puedes resolver el
test de mi amigo Tornasol?
Porque no empezar con mis
tebeos, que se encuentran
disponibles en la biblioteca de vuestro colegio Arturo Soria y muchas
otras.
Hergé, relator de mis aventuras, se adelantó a su tiempo en muchas
ocasiones.
Narró mi viaje a la Luna en 1954, quince años antes de que la NASA
lograra esta
hazaña. Podéis construir vosotros mismos un cohete como se explica en
la imagen
O diseñó un submarino con forma de tiburón para nadar entre ellos en El Tesoro de Rackham el Rojo, lo que fue
copiado
por el profesor Cousteau con gran éxito muchos años después. ¿Qué
tal diseñar un submarino usando para su inmersión aire de forma
semejante a
cómo los peces usan su vejiga natatoria? O estudiar los eclipses cómo aparecen en El Templo
del Sol.
Pero es mucho mejor experimentar las cosas por uno mismo que simplemente leerlas o verlas pasivamente en una exposición. La primera sugerencia para los que veraneen cerca del País Vasco es la muestra que la Kutxa me ha dedicado a mí y a la ciencia. Puede verse en San Sebastián hasta el 31 de Agosto de 2007.
CosmoCaixa y el Museo Nacional de Ciencias Naturales tiene talleres/campamentos veraniegos, aunque es probable que cuando este artículo vea la luz no haya muchas plazas disponibles.
Pero si realmente
queréis aventuras científicas similares a las mías, el capitán Haddock
me
indica que consultéis las ofertas de "Objectif Sciences" que
propone para
este verano (y sucesivos) estancias de muy alto nivel para jóvenes a
partir de
16 años. Sus campamentos proponen trabajar la percepción sensorial de
las
plantas en Francia, ir buscar estrellas en Quebec, y, sobretodo, la
expedición
científica " Panthera " (sobre el leopardo de las nieves), una
verdadera
aventura científica en pleno Kirguistán que pondría los pelos de punta
a Milú. Dado
su precio, no debe ser nada multitudinario, pero sus sugerencias nos
ponen los
dientes muy largos.
Esos Profesores chiflados que han ocupado
esta sección en números anteriores me piden que acabe deseando a los
lectores
la suerte de unas felices y científicas vacaciones. No se si son
profesores de
tierras castellanas, pero os aseguro que chiflados (por la ciencia
sobretodo) lo
están un rato.
Los profesores chiflados
© Juan José Moreno Navarro, 2007